Ir al contenido principal

El problema, es cómo vemos el problema.


El verdadero problema, es cómo vemos el problema. Y el problema es cómo aprender a aprender. Cómo aprender a cambiar de actitud ante el mismo estímulo.
A aprender a dejar atrás los roles que traemos desde que nacimos que aprendimos de nuestra familia de origen. Negarnos a nosotros mismos. Atender las necesidades de los otros. Y de este modo aprendimos a necesitar ser necesitados.
Porque nuestra madre o nuestro padre estaban demasiado ausentes emocionalmente o enfermos físicamente para cumplir con su función.
O porque tal vez asumimos el rol de hijo parental debido a que cuidamos tanto al progenitor que nos quedaba cerca o a nuestros hermanos. O tal vez nos convertimos en la madre o el padre ausente mientras éste trabajaba para mantenernos.
Quizá fue que tu madre –o padre- eran tan profundamente infelices con el otro que nos convirtieron en sus confidentes, escuchando todas las cosas malas que uno le hacía al otro y esto era demasiada carga para el niño(a) que éramos.
Escuchábamos por temor a las consecuencias que podrían ocurrirle al progenitor que tanto sufría si no lo hacíamos, pues no podíamos elegir no hacerlo. Teníamos un miedo constante de perder el amor de ellos si no cumplíamos con el feo rol que ellos nos daban, y que definitivamente no nos correspondía.
Pero nada pudimos hacer. No nos protegimos, pues éramos unos niños, y a ellos, nuestros padres, a quienes sí les correspondía hacerlo tampoco lo hicieron. Muchos de ellos “se colgaban” de nosotros y si bien no teníamos la capacidad de hacerlo, terminamos protegiéndolos a ellos. Gracias a esto, aprendimos siendo bien niños aún a cuidar de otros, menos a nosotros mismos.
Nuestra propia necesidad de amor, de aprobación, de respeto, de cariño de seguridad y de protección quedó absolutamente insatisfecha. Todo esto mientras fingíamos que todo estaba bien. Mientras nos alejábamos de lo que sentíamos. Aprendimos a negarnos a nosotros mismos. Y uno siempre busca lo conocido. Crecimos buscando lo que aprendimos. Lo que además sabíamos hacer tan bien: Satisfacer las necesidades de otros y negar las nuestras. Fingiendo que nada nos duele. Fingiendo que nada necesitamos. 
 Cuando fuimos niños, fueron las circunstancias las que nos obligaron a actuar así. Y actuamos (no elegimos) en función de éstas. Y cambiar implica que debemos ver el problema de manera diametralmente distinta. Porque ya no somos los niños desvalidos y desprotegidos que éramos entonces. El problema es que aunque todo esto nos ocurre, no nos damos cuenta conscientemente.

Libro "Aprendiendo a Vivir Libre"

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pender y depender...

Ahora voy a permitirme hacer uso de las brillantes conclusiones de mi gran maestro Jorge Bucay, quien -entre tanto que se ha escrito sobre el tema- me parece es quien lo expone mejor sin duda. Muy inteligentemente, el maestro expone primero, lo primero: La etimología de esta sabia palabra. Las siguientes definiciones son según el website de wordreference (http://www.wordreference.com/): Pender ·          intr. Estar colgada o suspendida una cosa: las frutas penden de las ramas. ·          Estar algo en espera de solución. ·          Existir un peligro o amenaza sobre alguien o algo: la amenaza de un tifón pende sobre su ciudad. Depender ·          Estar conexo o condicionado por algo para existir o tener lugar: el desarrollo de la planta depende de varios factores. ·          Estar subordinado a algo o alguien: su cargo depende directamente del ministro. ·          Necesitar de la ayuda y protección de otra persona o de otra cosa: depende demasiado de su madre

La historia de Bolillo

Una vez, tiempo atrás, existió un perro llamado Bolillo. Por azares de la vida, Bolillo tuvo que enfrentar muchos problemas en los que se sentía perdido. Creía que nadie podía entender lo que le pasaba y que nadie había sufrido como él. No lograba encontrar la salida. Ni siquiera un alivio a todo el sufrimiento que le aquejaba. Bolillo no encontraba en donde encajar. Le parecía que la vida era injusta con él, porque lo había metido en problemas. Nunca recibió herramientas o ideas útiles para salir adelante. Creía que no había nadie con los mismos problemas.  Se sentía el más desdichado de todos los perros. Se sentía un perro sólo, entre un millón de perros.  Nadie lo escuchaba.  Esta era la vida de Bolillo. Un día iba caminando Bolillo por la calle, pensando en todos sus problemas, cuando al pasar observó que había muchos perros reunidos, hablando de problemas que se asemejaban a los de él. Esto llamó su atención y se quedó, desde fuera, escuchando todo lo que ahí se hablaba. Y a

El último e-mail a mi ex pareja…

El último e-mail a mi ex pareja… “Hola. Después de 6 meses en los que juré no volver a hablarte o escribirte aquí me encuentro escribiéndote este e-mail y dándome cuenta que aún me tiembla el pulso al pensar en ti. Pero el motivo de este e-mail no es el mismo que el de tantos otros que te escribí durante nuestra relación. No te escribo para decir que aún te amo ni para decir todo el rencor que siento por ti, porque sinceramente ya no siento nada de eso. Quiero expresarte lo que sentí al cruzarme contigo en la calle hace un par de semanas, después de 6 meses de haber terminado contigo porque tú así lo elegiste. ¡Al mirarte a los ojos aquel instante me quedé helad@! Y solo se me cruzó por la cabeza una palabra... ¡Gracias!!! ¡¡¡ Gracias por haberme ayudado a ser est@ que soy ahora!!! Y por ello te escribo este último e-mail. ¡Gracias! Por haberme hecho más segur@, más inteligente, más sensible, y menos ignorante en el aspecto emocional. ¡Gracias! Por haberme enseñado que