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Ana. Una psicóloga codependiente. 3ra parte.


Ana prosiguió con su relato en mi consultorio:
-Hasta que se casó a los 19 años con mi padre. Sólo que aunque mi padre no la golpeaba, siempre estaba de viaje trabajando. Mi mamá se hizo cargo de nosotros siempre, aunque a veces nos hospitalizaban, pero mi papá nunca estaba. Y yo también sufrí abuso sexual. Mi mamá es una mujer muy violenta. La primera vez que le dije que me habían abusado me pegó. Y desde entonces, no dije más nada. Sufrí varios abusos sexuales más de diferentes personas. Pero no comenté más nada. Y cuando tuve mi primer novio, Alejandro, a pesar que me pidió tener relaciones desde que empezamos nuestro noviazgo y que yo me negué muchas veces, finalmente fui yo la que le dijo que sí tendría relaciones con él con tal de que no me dejara. A los 16 años estaba embarazada y él dijo que mi hija no era de él. Mi mamá aceptó que me quedara con mi hija pero cuando me casé con Jesús no quiso dármela. A pesar de que la niña quería venir conmigo ella no me la dejó. Hemos tenido muchos problemas con eso pero después de que mi mamá le dijo a Jesús que mi hija “no le iba a decir papá a cualquiera” Jesús no accedió a que yo me trajera a mi hija por muchos años, y cuando accedió, mi mamá no quiso entregármela otra vez.
Finalmente hace menos de un año Jesús empezó a beber nuevamente por petición mía. Yo le aseguré que después de tantos años sin beber y sin ir a un grupo AA, seguro que podría manejarlo. Jesús accedió inmediatamente. Tiempo después me confesó que él ya había empezado a beber como 6 meses antes. Tuvo dos o tres accidentes en la madrugada por conducir ebrio. Empezamos a tener problemas fuertes porque él quería salir y beber sin que yo lo acompañara. Llegaba en la madrugada. ¡Y al otro día se portaba tan lindo! Poco tiempo después Jesús empezó a estar deprimido y fue a una psicóloga quien le pidió que me mostrara sus análisis. Tenía una enfermedad de transmisión sexual. Yo tuve que hacerme análisis también. Por fortuna salí bien. Jesús estuvo tomando medicina por meses, pero antes de 6 meses de nuevo “le pasó”. Y cuando fui a ver a un tío que es médico me dijo que definitivamente Jesús estaba enfermo, enfermo de alcoholismo, y que quizá por eso dejaría huérfanos a mis hijos, porque cuando Jesús bebía “se metía con lo que tuviera enfrente” pero que yo estaba tanto o más enferma que mi marido, porque también estaba exponiendo mi vida y que mis hijos podrían quedar huérfanos también por tener una mamá que se exponía a contraer una enfermedad como el SIDA que los dejara sin mí. Ahora Jesús se ha ido. Me dijo que si volvía a “fallarme” sólo iba a verlo haciendo sus maletas y se iría. Así que seguro “volvió a pasar”. Aunque yo hasta le rogué de rodillas que no nos dejara. Que lo perdonaría. Pero no quiso quedarse.

El llanto la ahogaba.
-Es por eso que empecé a buscar ayuda en internet y llegué a tu página. Por eso estoy aquí.
Es obvio que para Ana, Jesús representaba la clase de desafío que había conocido. Por consiguiente, con quien ella se sentía más cómoda. Pero también es obvio que a pesar de ser psicóloga, ella fue incapaz de reconocer lo que le atraía de Jesús. De haber existido ese reconocimiento, esa comprensión, ella habría podido HACER UNA ELECCIÓN MÁS CONSCIENTE respecto a entrar o no en una situación que constituía tal desafío. Podría haber dicho: “Aquí se acaba la luna de miel” y listo. Sin embargo, a todas las mujeres de las que he hablado les ocurrió lo mismo. NO HICIERON CONSCIENTE LO INCONSCIENTE. Por tanto, no eligieron conscientemente. Y esa fue toda la diferencia. Lo demás, es lo de menos.
Son codependientes (o co-adictos) aquellas personas que han vivido con alcohólicos, drogadictos, jugadores, comedores compulsivos, fanáticos del trabajo, del sexo, criminales, adolescentes en rebelión, neuróticos u hombres violentos durante algún tiempo prolongado.
LA DEPENDENCIA ES UNA MANERA DE SATISFACER NUESTRAS NECESIDADES QUE NO SATISFACE NUESTRAS NECESIDADES. 

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