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Pero... ¿Por qué nos relacionamos así?


Pero, ¿por qué nos relacionamos así?

No hay un ser tan dependiente como el ser humano. Somos la especie más dependiente y vulnerable de toda la creación.
La naturaleza tan sabia, sabía que si no dotaba al género humano con una gran necesidad de ayudar a otros no sobreviviríamos. Para quienes somos madres, no es nuevo el darnos cuenta de que no es fácil renunciar a ejercer brillantes carreras profesionales a cambio de limpiar mocos y hacer papillas para bebés berrinchudos y llorones. La naturaleza ha dotado a las hembras (y a algunos machos) de nuestra especie de un impulso que incluso nos lleva a pasar por nosotras mismas por ayudar al desvalido, a quien nos necesita, a “nuestros bebés”.
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Pero es justo este mecanismo filogenéticamente compensatorio por el cual el problema empieza un poco después. Cuando nuestras madres o padres no pueden llevarnos de esa dependencia extrema a la etapa de depender de nosotros mismos. No son capaces de enseñarnos a autodepender (término utilizado por primera vez por el maestro Jorge Bucay en su extraordinario libro “El camino de la autodependencia”).

¿Por qué?
Simplemente porque nuestros padres no saben cómo autodepender. Porque la gente sólo puede dar lo que tiene, y nuestros padres tampoco fueron enseñados por nuestros abuelos. Y a los padres de esta generación esto nos preocupa mucho.

Pero, ¿Cómo enseñar a nuestros hijos lo que nosotros no sabemos?




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