Ir al contenido principal

Pero... ¿Por qué nos relacionamos así?


Pero, ¿por qué nos relacionamos así?

No hay un ser tan dependiente como el ser humano. Somos la especie más dependiente y vulnerable de toda la creación.
La naturaleza tan sabia, sabía que si no dotaba al género humano con una gran necesidad de ayudar a otros no sobreviviríamos. Para quienes somos madres, no es nuevo el darnos cuenta de que no es fácil renunciar a ejercer brillantes carreras profesionales a cambio de limpiar mocos y hacer papillas para bebés berrinchudos y llorones. La naturaleza ha dotado a las hembras (y a algunos machos) de nuestra especie de un impulso que incluso nos lleva a pasar por nosotras mismas por ayudar al desvalido, a quien nos necesita, a “nuestros bebés”.
Si deseas más info click sobre la imagen

Pero es justo este mecanismo filogenéticamente compensatorio por el cual el problema empieza un poco después. Cuando nuestras madres o padres no pueden llevarnos de esa dependencia extrema a la etapa de depender de nosotros mismos. No son capaces de enseñarnos a autodepender (término utilizado por primera vez por el maestro Jorge Bucay en su extraordinario libro “El camino de la autodependencia”).

¿Por qué?
Simplemente porque nuestros padres no saben cómo autodepender. Porque la gente sólo puede dar lo que tiene, y nuestros padres tampoco fueron enseñados por nuestros abuelos. Y a los padres de esta generación esto nos preocupa mucho.

Pero, ¿Cómo enseñar a nuestros hijos lo que nosotros no sabemos?




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pender y depender...

Ahora voy a permitirme hacer uso de las brillantes conclusiones de mi gran maestro Jorge Bucay, quien -entre tanto que se ha escrito sobre el tema- me parece es quien lo expone mejor sin duda. Muy inteligentemente, el maestro expone primero, lo primero: La etimología de esta sabia palabra. Las siguientes definiciones son según el website de wordreference (http://www.wordreference.com/): Pender ·          intr. Estar colgada o suspendida una cosa: las frutas penden de las ramas. ·          Estar algo en espera de solución. ·          Existir un peligro o amenaza sobre alguien o algo: la amenaza de un tifón pende sobre su ciudad. Depender ·          Estar conexo o condicionado por algo para existir o tener lugar: el desarrollo de la planta depende de varios factores. ·          Estar subordinado a algo o alguien: su cargo depende directamente del ministro. ·          Necesitar de la ayuda y protección de otra persona o de otra cosa: depende demasiado de su madre

La historia de Bolillo

Una vez, tiempo atrás, existió un perro llamado Bolillo. Por azares de la vida, Bolillo tuvo que enfrentar muchos problemas en los que se sentía perdido. Creía que nadie podía entender lo que le pasaba y que nadie había sufrido como él. No lograba encontrar la salida. Ni siquiera un alivio a todo el sufrimiento que le aquejaba. Bolillo no encontraba en donde encajar. Le parecía que la vida era injusta con él, porque lo había metido en problemas. Nunca recibió herramientas o ideas útiles para salir adelante. Creía que no había nadie con los mismos problemas.  Se sentía el más desdichado de todos los perros. Se sentía un perro sólo, entre un millón de perros.  Nadie lo escuchaba.  Esta era la vida de Bolillo. Un día iba caminando Bolillo por la calle, pensando en todos sus problemas, cuando al pasar observó que había muchos perros reunidos, hablando de problemas que se asemejaban a los de él. Esto llamó su atención y se quedó, desde fuera, escuchando todo lo que ahí se hablaba. Y a

El último e-mail a mi ex pareja…

El último e-mail a mi ex pareja… “Hola. Después de 6 meses en los que juré no volver a hablarte o escribirte aquí me encuentro escribiéndote este e-mail y dándome cuenta que aún me tiembla el pulso al pensar en ti. Pero el motivo de este e-mail no es el mismo que el de tantos otros que te escribí durante nuestra relación. No te escribo para decir que aún te amo ni para decir todo el rencor que siento por ti, porque sinceramente ya no siento nada de eso. Quiero expresarte lo que sentí al cruzarme contigo en la calle hace un par de semanas, después de 6 meses de haber terminado contigo porque tú así lo elegiste. ¡Al mirarte a los ojos aquel instante me quedé helad@! Y solo se me cruzó por la cabeza una palabra... ¡Gracias!!! ¡¡¡ Gracias por haberme ayudado a ser est@ que soy ahora!!! Y por ello te escribo este último e-mail. ¡Gracias! Por haberme hecho más segur@, más inteligente, más sensible, y menos ignorante en el aspecto emocional. ¡Gracias! Por haberme enseñado que