Ir al contenido principal

Empezar por el principio ¿Por qué somos dependientes?


Empezar por el principio

¿Por qué somos dependientes?

Cuando comienza nuestra vida tenemos una dependencia absoluta de las personas que están a nuestro cuidado. Dependemos de todo lo más indispensable para sobrevivir; estas personas nos dan alimento, calor, aseo, atención, cuidado, confort... todo lo que necesitamos está dependiendo de la voluntad de otro para conseguirlo o no.

Cuando vamos dándonos cuenta de que la sobrevivencia depende a veces de una sola persona que se llama "mamá", entonces comenzamos a sentirnos protegidos cuando ella está cerca y desprotegidos cuando ella se va. Esto continúa por largo tiempo.

Si tenemos hambre, sueño, sed, incomodidad, etc. basta llorar, en la normalidad de los casos, para que mamá venga y nos resuelva el problema, proporcionándonos alimento, calor, etc. Nuestro entendimiento de bebé, ahora sabe que esta persona es importante y que hay que tenerla feliz, para eso hay que tratar de tener su aprobación. 


Por lo general, es esta misma persona que nos corrige y nos enseña lo que se hace y lo que no se hace y nos muestra un gesto desaprobatorio cuando nuestra conducta es indeseable. En esta forma vamos aprendiendo, por medio de esa dependencia de sobrevivencia a tratar de complacer a esa persona y darle gusto en cuanto a sus señales, miradas, gestos, etc. Todo esto se lleva a cabo a lo largo de años, durante la primera infancia. 

Entonces, ¿qué sucede cuando crecemos que todavía necesitamos aprobación como cuando éramos niños?

Nuestra mente crece con esa programación de que tiene que complacer para sobrevivir y que somos totalmente indefensos y nuestro bienestar depende totalmente de otra persona. Esto es un hecho y una verdad para nuestro niño interno. A la larga esta misma conducta se generaliza y creamos la creencia de que necesitamos de otro para sobrevivir, ya no solo de mamá, sino de otras personas; en el fondo creemos que si nos dejan moriremos.... ¿suena conocido? 

Numerosas creaciones se basan en esta creencia: canciones populares, poesía, novelas, películas, etc. Y reafirmamos en esta forma cultural de "te necesito" para sobrevivir. 

Se consolida en nosotros la búsqueda de aprobación, de la infancia, cuando necesitamos de otra persona para sobrevivir y cuando crecemos nos volvemos dependientes en sentido negativo, porque sin darnos cuenta ya no necesitamos eso y seguimos buscándolo. Esto es un patrón disfuncional. Seguimos actuando como niños y queriendo que otro nos de lo que necesitamos...

La madurez y el crecimiento consisten en eso mismo, entre otras cosas, en poder autoafirmarse a sí mismo y conseguir lo que es necesario para sí, sin depender de otra persona externa. De aprender a autodepender y de ahí pasar a interdepender.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pender y depender...

Ahora voy a permitirme hacer uso de las brillantes conclusiones de mi gran maestro Jorge Bucay, quien -entre tanto que se ha escrito sobre el tema- me parece es quien lo expone mejor sin duda. Muy inteligentemente, el maestro expone primero, lo primero: La etimología de esta sabia palabra. Las siguientes definiciones son según el website de wordreference (http://www.wordreference.com/): Pender ·          intr. Estar colgada o suspendida una cosa: las frutas penden de las ramas. ·          Estar algo en espera de solución. ·          Existir un peligro o amenaza sobre alguien o algo: la amenaza de un tifón pende sobre su ciudad. Depender ·          Estar conexo o condicionado por algo para existir o tener lugar: el desarrollo de la planta depende de varios factores. ·          Estar subordinado a algo o alguien: su cargo depende directamente del ministro. ·          Necesitar de la ayuda y protección de otra persona o de otra cosa: depende demasiado de su madre

La historia de Bolillo

Una vez, tiempo atrás, existió un perro llamado Bolillo. Por azares de la vida, Bolillo tuvo que enfrentar muchos problemas en los que se sentía perdido. Creía que nadie podía entender lo que le pasaba y que nadie había sufrido como él. No lograba encontrar la salida. Ni siquiera un alivio a todo el sufrimiento que le aquejaba. Bolillo no encontraba en donde encajar. Le parecía que la vida era injusta con él, porque lo había metido en problemas. Nunca recibió herramientas o ideas útiles para salir adelante. Creía que no había nadie con los mismos problemas.  Se sentía el más desdichado de todos los perros. Se sentía un perro sólo, entre un millón de perros.  Nadie lo escuchaba.  Esta era la vida de Bolillo. Un día iba caminando Bolillo por la calle, pensando en todos sus problemas, cuando al pasar observó que había muchos perros reunidos, hablando de problemas que se asemejaban a los de él. Esto llamó su atención y se quedó, desde fuera, escuchando todo lo que ahí se hablaba. Y a

El último e-mail a mi ex pareja…

El último e-mail a mi ex pareja… “Hola. Después de 6 meses en los que juré no volver a hablarte o escribirte aquí me encuentro escribiéndote este e-mail y dándome cuenta que aún me tiembla el pulso al pensar en ti. Pero el motivo de este e-mail no es el mismo que el de tantos otros que te escribí durante nuestra relación. No te escribo para decir que aún te amo ni para decir todo el rencor que siento por ti, porque sinceramente ya no siento nada de eso. Quiero expresarte lo que sentí al cruzarme contigo en la calle hace un par de semanas, después de 6 meses de haber terminado contigo porque tú así lo elegiste. ¡Al mirarte a los ojos aquel instante me quedé helad@! Y solo se me cruzó por la cabeza una palabra... ¡Gracias!!! ¡¡¡ Gracias por haberme ayudado a ser est@ que soy ahora!!! Y por ello te escribo este último e-mail. ¡Gracias! Por haberme hecho más segur@, más inteligente, más sensible, y menos ignorante en el aspecto emocional. ¡Gracias! Por haberme enseñado que