¿Está usted pensando en hacer psicoterapia?
Existen
dos preguntas que debe contestarse primero.
La
primera:
¿Cómo elegir a un psicólogo?
Cuando aparece la necesidad de acudir a un psicólogo, la primer pregunta
que surge es ¿A quién?, ¿Cómo elegirlo?, ¿Qué cualidades deberá buscar?, ¿Qué
modalidad psicoterapéutica es mejor?…
Su psicoterapeuta debe ser una persona a la que usted le tenga fe, es
decir que le inspire confianza. Debe interesarse en lo que usted cuenta y ser
humanamente sensible. Debe prestar atención de igual manera a sus aspectos
educados emocionalmente y como a los que necesita Ud. aprender nuevamente a
causa de que nuestros padres nos transmitieron sólo lo que ellos tenían y que la
educación emocional no es lo más común en nuestro país
desafortunadamente.
El objetivo de su terapeuta debe ser ayudarlo a Usted a que se sienta
mejor, más dueño de sí mismo, a que pueda comprenderse y conocerse mejor.
Comenzar una terapia supone un arduo esfuerzo, muy parecido al esfuerzo que
implica vivir.
Hay momentos de alegrías y otros dolorosos, diferentes puertas que se
abren en busca de una alternativa para que usted resuelva sus conflictos y
establezca una alianza con sus propios recursos sanos.
Si desea conocer más sobre nuestra modalidad terapéutica humanista, así
como el currículo profesional de quienes trabajamos en este centro, visite
nuestro sitio: www.vivirlibre.org.
La segunda:
¿Estoy listo para crecer? ¿Estoy preparado para asumir lo que nunca he
asumido? ¡Quien no asume... se sume!
Debido a su experiencia profesional, las Psicólogas del Centro Vivir
Libre saben que muchos de los problemas de las personas que las visitan se deben
a patrones emocionales disfuncionales y a una gran falta de compromiso con ellas
misma. No están preparadas para crecer. Por tanto, un psicólogo experimentado
sabe que las personas no inician formalmente una terapia aunque vivan incómodas
con su realidad porque aún no pueden comprometerse con ellos mismos (de ahí
muchos de sus problemas) y por ende con un proceso de crecimiento tan profundo
como el que implica hacer psicoterapia. Pueden acudir a una primera entrevista,
o llamar en un momento de desesperación para solicitar un espacio
psicoterapéutico pero o no llegan o no regresan después de la primera sesión,
cuando ya han hablado de lo que les ocurre, aunque no hayan resuelto (ni
cambiado) nada aún. Eso no les ayuda y sí las hace postergar más su proceso de
educación emocional. Los psicoterapeutas saben que esto ocurre frecuentemente
porque no es fácil enfrentarse a las cosas que tememos.
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