Porque saber, no es hacer.
Según Roxana Kreimer:
“El
romanticismo exalta la pasión amorosa y su reguero de desdichas, y con
frecuencia da a entender que los goces que no producen dolor son meras
expresiones filisteas. Sade continúa en esta línea y entiende que el goce que
no produce sufrimiento no vale nada. En Madame Bovary Flaubert escurre el
pañuelo y pone un poco de cordura frente a tanto desatino: la pasión de amor es
valiosa, dice, pero muy triste cuando conduce a la desdicha.” Noticia: Siempre conduce a la
desdicha. Y hasta Shakespeare en “Sueño
de una noche de verano” describe el amor apasionado:
—
“¿No te digo en los términos más
claros que no te amo ni podría amarte?
Ella
responde:
—
Y por eso mismo te amo más. Yo soy tu
terrier, y cuanto más me pegues, más afecto te tendré. Trátame como a tu
terrier, úsame, recházame, pégame, descuídame, piérdeme, pero por indigna que
sea deja que te siga. ¿Qué puesto más humilde puedo implorar sino que me trates
como a tu perro?”
Y si tú amas apasionadamente,
debo advertirte nuevamente que es altamente probable que la lectura de este
libro te incomode (si no es que ya te ha incomodado hace rato). O puede ser que
elijas leerlo de forma superficial y poco comprometida para que esto no suceda,
y está bien; pero si es así y al final no te ha incomodado ni te ha hecho
cuestionarte nada, de verdad te sugiero leerlo nuevamente unos meses después.
Todos, especialmente quienes necesitamos aprender a vivir libres necesitamos
negar lo que nos duele. Este ha sido nuestro primer mecanismo defensivo desde
niños. Tal vez en una lectura posterior puedas metabolizar emocionalmente esto.
Y una autora ampliamente
reconocida en el tema, Robin Norwood dice acerca de esto:
“El
amor apasionado, Eros, es lo que en general siente la persona que ama
demasiado, por la persona que es imposible. Es más el hecho de que haya tanta
pasión de debe a que es imposible. Para que exista la pasión es necesario que
haya una lucha continua, obstáculos que superar, un anhelo por más de lo que se
dispone. Pasión significa literalmente sufrimiento, y a menudo sucede que
cuanto mayor es el sufrimiento, más profunda es la pasión.”
En las estas páginas has leído
varios casos de amores apasionados. Y creerás que son extremos, pero nada de
eso. Eso también es un mecanismo defensivo. Pensar que lo que nosotros vivimos
“no es tan grave” y que esos casos
extremos nunca nos sucederán a nosotros.
A continuación escribo fielmente
lo que mi propio terapeuta me contestó en una sesión hace ya más de una década,
al decirle yo lo siguiente:
-“Pero en ese grupo Al-Anon al que me has pedido que asista, todas han
pasado por cosas que yo no viví con el padre de mis hijos. Yo no correspondo a
ese grupo. No me identifico con esas personas.”
Su bondadosa y sabia respuesta
fue:
-“Si
no lo viviste, fue sólo gracias a que tu ex–marido no te dio tiempo para vivir lo que las mujeres del grupo sí han
vivido.”
Yo lo amaba apasionadamente. Y te
digo más:
Yo misma padecí de esa bondadosa
ceguera emocional y apasionada durante muchos años. Estaba en el laberinto,
negándome a ver lo que pasaba y sin mapa o con el mapa equivocado. Y seguiría
ahí si no hubiera sido porque el padre de mis hijos –muy sanamente, gracias a Dios– eligió no seguir a mi lado. Hoy reconozco que él estaba por mucho más
sano que yo. Tanto como para elegir no seguir a mi lado después de una
relación tan tormentosa. Como la que se vive con un adicto, esté activo en su
adicción o no. Y un adicto sólo da lo que tiene. Autolesión y falta de amor por
él mismo. De otra forma, no sería un adicto. Nadie puede amarte si no se ama a
él (ella) mismo(a). Y las adicciones, hasta el día de hoy, te recuerdo, tienen
recuperación, pero no cura. No existe cura para los adictos. Siempre lo serán
hasta que se encuentre la cura. Y mira que muchos han intentado encontrar la
cura sin éxito aún... podrán estar abstinentes y permanecer así por muchos
años, pero nunca estarán curados de su adicción.
Alguna vez, en uno de mis
talleres (Aprendiendo a amar de nuevo,
taller sobre dependencia afectiva) dije a todo el grupo de mujeres que
asistían al mismo:
-“Les
prometo que algún día van a agradecer mucho al hombre que las hizo llegar a este
lugar por haberlas dejado.”
Meses después una mujer de las
que estaban en ese taller, dijo en una de mis conferencias ante una gran
multitud de personas:
“-Cuando
escuché a Gabby decir que algún día le agradecería a mi ex marido el dejarme
pensé: “Ésta mujer está loca”. Pero hoy, realmente le agradezco a él por
haberme dejado.”
Esa mujer, al igual que muchas otras
que buscan la ayuda correcta, había encontrado el mapa correcto. Para llegar al
lugar correcto, debes tener el mapa correcto. Y parafraseando a Alfred
Korzybski: El mapa no es el territorio. Porque saber, no es hacer.
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