Si, sufrir por amar no es una adicción. Y menos una enfermedad. Y
difiero fuertemente con mis colegas que lo afirman y también con los adictos
recuperados que afirman que el alcoholismo o la adicción a sustancias y/o a
personas son enfermedades. Más bien sonun síntoma más de una enfermedad
completa de la personalidad que ellos definen como “ingobernabilidad” de
carácter. Es decir, se les desbocan los caballos frecuentemente. Retomaré esto posteriormente.
Incluso difiero con la
psicoterapia moderna, que interpreta esta forma de relacionarnos con los otros
como una enfermedad y la equipara con cualquier otra adicción en la cual la
“droga” es una persona.
Y difiero con ellos porque el
dependiente emocional no es un dependiente a una persona sino a una sustancia:
La adrenalina (como el diabético a su insulina). Una sustancia endógena (y no
necesariamente tóxica) que suele tener
los efectos del mejor antidepresivo para los dependientes emocionales.
La adrenalina que el dependiente
produce en sus glándulas suprarrenales cada que tiene un problema con esa
persona con la que se relaciona de forma disfuncional. La adrenalina que
secretan sus suprarrenales cada que la pareja no le contesta el celular, cada
que no le contesta el teléfono o cada que no le encuentra disponible para él o
ella. Y esa persona no es la “droga” sino el que nos hace la entrega de la
misma: “el dealer”. Sí. Y desde este paradigma, la pareja de un dependiente
emocional toma un rol bien diferente en la relación.
Y otra causa por la que difiero
con ellos es porque el adicto puede justificarse y evitar pagar el precio por
ELEGIR CAMBIAR y decir lo que se dice en
los grupos de 12 pasos: “¿Te enojarías conmigo si padeciera cáncer? ¿Y si
padeciera de diabetes? Pues el alcoholismo (o la adicción x) es lo mismo. Es
una enfermedad. ¿Por qué te enojas conmigo por ser un adicto? ¡No tengo la
culpa de serlo! ¡No tengo la culpa de lo que hago!” Y también en los grupos
dicen: “Ok. No eres culpable. Pero sí responsable de lo que haces o no.”
Pero los dependientes
emocionales, NO ESTAMOS ENFERMOS. Y sí podemos elegir cambiar de actitud ante
el mismo estímulo. Y esto es lo que significa “aprender”. Y somos responsables
(y en esto nos parecemos a los adictos también) de lo que pensamos, de lo que
sentimos, de todo lo que elegimos y por supuesto, de todo lo que hacemos. Y
nuestra forma de relacionarnos con los otros y con nosotros mismos, es parte de
todo esto. Utilizamos esta forma de relacionarnos porque gracias a los
problemas de relación con el otro, no me veo a mí mismo. Y eso es precisamente
lo que necesito. No verme a mí mismo. Porque lo que veo no es agradable. Dolor,
abandono, abuso. Y ante eso, si no quiero deprimirme, necesito un antidepresivo
bien fuerte. Y la experiencia nos indica que nada mejor que la adrenalina. Dejo
de pensar en mis problemas, y pienso en los problemas tuyos, o de cualquier
otro justo porque necesito evadir resolver los míos propios. Por ello existen
tantos dependientes que “profesionalizamos” esta necesidad nuestra. Elegimos profesiones
de ayuda. De ayuda a otros.
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